Yo y mi Coño

Me entusiasma follar. ¿Y a quién no? Mas no me agrada hacerlo con cualquier tio, no me gusta dejar que un macho que apenas conozco, o que realmente conozco mas no me complace, aun conociéndolo me meta toda su leche entre mis piernas.
Siempre y en toda circunstancia he sido muy cerrada para éste tema, aunque más que decente yo prefiero llamarlo quererse a una misma. Exactamente por este amor propio, mis encuentros con chicos se dan estimadamente se puede decir que una sola vez cada bastantes meses. No ejercito mucho el sexo, aunque me gustaría hacerlo más veces, pero soy de las féminas clásicas que prefieren el sexo en pareja o bien el sexo con una persona que conozca.
Todas y cada una de las personas siempre y en todo momento tenemos a otra persona, que nos excita en la cabeza muy frecuentemente. Y éste es mi ejemplo. Esta tarde no he parado de pensar en ese varón que me gusta y soñar cosas con él. Pero como bien he hecho constar, no suelo tener muchas relaciones íntimas con nadie; mas, sí con mi misma. Y el día de hoy ha sido el ejemplo.

wide-wallpaper-1280x800-121
He tenido toda la mañana con la libido por las nubes, y ha habido un momento justamente tras comer, que no he soportado más. He ido a mi dormitorio para proveerme una buena sesión de sexo conmigo misma. Solamente entrar he cerrado el estor, para eludir que algún vecino depravado me pudiese observar, y he abierto la puerta de mi cajonera donde escondo todos los consoladores, ropa interior y lubricantes.
Hoy me he decidido por mi pollón roja de 6 marchas y mis bolas chinas verdes de tamaño tirando a grande. Los he colocado al lado derecho de la cama, apoyado sobre una manta, la que seguramente, iba a usar más tarde.

Me he quitado mi pantaloncito del pijama acompañado de mi ropa interior de golpe y me he acostado hacia abajo en cama, arropándome hasta el culo con la manta.
Tal era lo caliente que estaba, que inundaba todo mi coño, he atrapado mi polla vibradora y sin pulsar el interruptor para que comience a funcionar, me lo he metido de golpe en mi coño y he comenzado a refregarme sobre él de manera lenta empujándolo y sacándolo pensando que era la polla tiesa de ese hombre al que mi psique creía que me estaba penetrando.

Mi cuerpo se ha dejado postrar encima el jergón, mi mano derecha sujetando firme el pollón, la izquierda sobre mis labios, y mis caderas siguiendo un ritmo continuo de sube-baja que hacía que mi vagina se fuera mojando y dilatando poco a poco, imaginando (o más bien recordando) momentos sexuales con aquel varon que tanto me excita.

Llevo rato dándome placer sobre mi juguete, estoy empezando a mojarme mucho y quiero hacer movimientos que estimulen un poco todo mi clítoris, que toquen aun más intensamente mi vagina, y me creen cierta tensión en esta. Por consiguiente, inicio a follarme sobre el vibrador creando espasmos con mis caderas, notando como la punta grande de mi juguete vibrador se desliza de forma lenta por cada centímetro de mi coño.

Siento que el calor de mi calentura y de mi goce sube por mis mejillas; están coloradas. Mi boca se empieza a secar y entre mis labios se me salen pequeños jadeos de gusto agudos en forma de murmullos.

No puedo más y inicio a emplear las intensidades de mi vibrador. apretó el botón. La primera potencia es un temblor leve y incesante, apenas observable, mas que hace notar esas pequeñas vibraciones hasta mi clítoris de la fuerza que hago con el miembro metido en mi agujero hasta la mitad y el resto fuera apretando mi pepitilla, estimulándolo y haciendo unas pequeñas cosquillas que alcanzan a erizar mis tetillas y sentir poco a poco desde lo más adentro de mi coñete cómo voy fabricando más flujo vaginal.

Pongo en acción la segunda velocidad. Ésta asimismo es una vibración constante pero un tanto más energica y menos sigilosa. Me dá más goce, por ende disfruto de ella empujándome por completo el vibrador y sintiendo como los musculos de mi coño se chocan entre ellos haciéndome temblar a mí también. Seguidamente juego a meter y sacar muy despacio, humedeciéndome más y jadeando un tanto más notorio.

Marcha tres. En esta la vibración va incrementando poquito a poco y para, comienza suave y sube, para, vuelve suave y sube, para. Así consecutivamente. Puedo notar dentro de mi de qué manera algo me recorre en forma de espiral y sube desde fuera de mi rala hasta el fondo, prácticamente llegando al cuello del útero. Una impresión gozosa, pero yo busco algo más brusco.

wide-wallpaper-1280x800-123
Relatos

Cuarta velocidad. Son como chiquitas picadas vibrátiles a ritmo de semi-fusas abundando mis adentros. Clavo la penetración hasta el fondo de mi vagina apretando mi cuerpo contra ésta y de mi boca se sale un enorme gemido en forma de “O”. Oh… me gusta tanto sentir esto… Comienzo a apretarlo con la mano hacia mí, y sin desplazar mi cuerpo, desplazo la mano agarrando con solidez el consolador y me lo estriego en forma de redondeles.

Ahora paso a la velocidad número cinco, es exactamente como la anterior, pero aumenta su velocidad. El sonido de la vibración semejan ráfagas que chocan dentro de mi. La verdad es, que siento que moriré. Siento que estoy a punto del clímax, mas no me quiero correr de momento.

6ª y última marcha. El ruido que suelta el vibrador es más que indudable; es estruendoso a pesar de estar dentro de mí. Para eludir escucharlo tanto, lo presiono todo lo fondo posible, siento que la sacudida es fuerte y muy constante, como si el dichoso consolador fuera a romperse; tal y como si todo mi cuerpo fuera a romperse. No puedo sostener mis patas estiradas apenas cinco segundos. Me acomodo de medio lado en la cama, en situación fetal y comienzo a sacar-meter el vibrador con nervio; sin olvidar de meter la sabana entre mis extremidades por si tengo un escape.

Llevo quince minutos tocándome y creo que voy a correrme. Desconecto el pene vibrador y lo estiro velozmente de de mi vagina. Pero no, todavía no es el momento. Me destapo por completo, empujo las sábanas y alargo mi extremidad izquierda a lo alto formando un ángulo recto perfecto.

He de reconocer que cuando ando tan fogosa mi flexibilidad acrecienta para mi placer. Inicio a meter y sacar lentamente, el vibrador desconectado. Puedo notar de qué manera mis paredes vaginales, al sacarlo, generan un ruido similar al de una pompa de champú cuando explota. Dios mio, estoy tan caliente…

Necesito estimulación en mi clítoris. Me acomodo boca arriba y abro mis patas doblando las rodillas lo que puedo. Prosigo metiando – sacando el consolador de forma veloz, a la vez que con mi otra mano masajeo mi pepitilla y lo presono de lado a lado como una chiflada. Parece que voy a correrme ya, pero sé que puedo aguantarlo , y de esta forma lo hago. Sigo frotándome cada vez más intenso, percibiendo un enorme hormigueo que cada vez va creciendo en todas y cada una de las partes de mi clítoris.

Ahora lo que me hace falta no es estimulación, si no sentirme llena. Cojo un tanto de lubrificante y lo hecho encima de mi mano derecha, con la que ensucio todo el contorno de mi vagina y una parte de su interior introduciéndome muy despacio dos dedos y volviéndolos a sacar con la misma lentitud. ensucio las bolas y me inserto una lentamente dentro; después la otra.

No me he corrido de momento pero todavía puedo aguardar. Con las bolas puestas me visto, levanto la persiana, abro la ventana y me fumo un cigarro. imagino deseosa de ser penetrada a lo largo de horas y de cien posturas posibles, mientrastanto el aire hace que mi vello se erice y endurezca mis mugrones por completo.
Cuando termino de humear voy al baño, me quito la ropa de cintura hacia abajo, me siento en el bidé y pongo el agua a alta potencia a una temperatura calentita tirando a muy caliente. Me incorporo, coloco mi cuerpo más delante del grifo y pongo mi zona contra la presión del agua.
Aquella estimulación es escalofriante, mis patas comienzan a retemblar… No aguanto ni un segundo más, la tensión es muy fuerte pero mi paciencia por llegar cada vez menos. Siento que llega, siento que se me va a escapar…

wide-wallpaper-1280x800-124
Relatos

De manera rápida estiro las bolas chinas de mi coño al mismo tiempo que me corro desbandándome en gemidos. Seguidamente me orino de goce. Cierro el grifo. Agarro las bolas, extenuada y las observo; están blanquecinas, empapadas por mi flujo vaginal, y desprenden un apetitoso aroma dulzón a mezcla de mi coño y del lubrificante de fresitas. No lo pienso más y me meto una en la boca para saborearla, no me desagrada. Sabe a manjar.

Vuelvo a abrir el grifo y me lavo con jabón íntimo quitándome de los sobrantes de flujo vaginal, meo y lubrificante. Me seco mientras que me miro al espéculo. Mis labios están rojos, del mismo modo que mis mejillas. Ahora mismo tengo esa parte muy sensible; la rozo con suavidad con dos llemas y me pongo el pantalón del pijama sin ponerme bragas. Prefiero estar fresca a lo largo de un tiempo hasta que la zona se relaje.

Voy a mi dormitorio de nuevo, cojo mi ordenador y empiezo a contar un sinfín de frases, que en conjunto, han logrado darle sentido a este relato sobre que no hay nada parecido como darse placer a una misma.

Yo y mi Coño

Deja un comentario